UN TÉ PARA UNA ARTESANA TEXTIL
MARCELLA ECHAVARRIA
Diseñadora textil y fotógrafa
De este té me gustan muchas cosas. Primero que es negro pues es mi color preferido y uno de los sabores de té que más me gustan. Es fuerte, potente y con carácter. Me hace pensar en esas personas que entran a una habitación y la llenan con su presencia.
Me gusta que está enrollado a mano. Me emociona la textura, visualizo los dedos ansiosos de los campesinos al final de una jornada de trabajo.
Cuando lo abro vienen olores tostados cargados de otoño. Me huele a los Hutongs en Beijing con ese olor texturizado que emana de las paredes de piedra que han sido testigo de tantas cosas.
Los conocí hace diez años cuando me enamoré de un textil muy especial que se llama tea silk en alusión al uso de la infusión de té sobrante.
La seda de té o xiangyunsha, (que se traduce como 'organdí de nube fragante') es seda que ha pasado por un complicado proceso de teñido natural con tradiciones que se remontan a la dinastía Ming (siglos XIV-XVII), cuando se consideraba que era la más tela lujosa.
La seda se tiñe de 30 a 40 veces con un tipo de tubérculo rico en taninos y se deja secar entre cada inmersión. Está cubierta con un tipo particular de lodo de río Pearl rico en hierro, no contaminado, que le otorga su característico brillo oscuro.
El proceso da como resultado un sombreado natural y desigual; oscuro por un lado y marrón óxido por el reverso. El acabado brillante aumenta con el tiempo, como una perla y, a medida que el material envejece, el color se oscurece y la textura se suaviza.
Estas cualidades mágicas significan que a veces la seda se almacena durante años como los mejores vinos.
Vuelvo a olerlo y regreso a las castañas asadas en el invierno en Nueva York y me vienen tantas memorias de los 15 años que viví en esa gran ciudad.
Ya en la taza me voy a México y siento ese sabor ahumado del chile chipotle, tan sutil, tan elegante. En la segunda infusión me gusta mas, mucho más.
Y entonces pienso es esa frase de Ansel Adams que bien podría hablar del té como experiencia personal
«No haces fotografía sólo con la cámara. La haces con todas las imágenes que has visto, con todos los libros que has leído, con toda la música que has escuchado, y con toda la gente a la que has amado»
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