UN TÉ PARA UN DISEÑADOR

Andreu Ferrer

Diseñador

Cuando TESUKO me pidió que probara algunos de sus tés como “embajador” de la marca la verdad es que tuve una mezcla entre ilusión con trazas de miedo. No tengo conocimientos de cata, ni un vocabulario súper extenso a la hora de describir los sabores y aromas, pero me pidieron que probara, explorara, viajara y diera mi propio punto de vista, y eso sí que me motiva mucho, porque si algo nos permite el té es viajar a través de recuerdos, vivencias y sensaciones, todas ellas totalmente subjetivas, pero creo que muy enriquecedoras tanto para nosotros mismos como para los demás. Así que para esta primera “cata” decidí tomarme bastante literalmente eso de viajar.

Cuando TESUKO me pidió que probara algunos de sus tés como “embajador” de la marca la verdad es que tuve una mezcla entre ilusión con trazas de miedo. No tengo conocimientos de cata, ni un vocabulario súper extenso a la hora de describir los sabores y aromas, pero me pidieron que probara, explorara, viajara y diera mi propio punto de vista, y eso sí que me motiva mucho, porque si algo nos permite el té es viajar a través de recuerdos, vivencias y sensaciones, todas ellas totalmente subjetivas, pero creo que muy enriquecedoras tanto para nosotros mismos como para los demás. Así que para esta primera “cata” decidí tomarme bastante literalmente eso de viajar.

"El té nos permite viajar a través de recuerdos, vivencias y sensaciones"

Aprovechando que tenía organizada una escapada a una casa rural por Albacete, decidí llevarme el Malawi Oolong junto con mi set de viaje. Es cierto que no tenía ni idea de si tendría acceso a agua decente, si tendría hervidor de agua ni de qué recipientes dispondría para hervirla, pero creía que era una muy buena oportunidad para vincular experiencias probando un té por primera vez en un sitio en el que nunca antes había estado. Así que lo que voy a explicar es una cata poco ortodoxa, pero de la que saco una gran experiencia.

Un paisaje castellano lleno de liebres y de almendros a inicios de primavera es el escenario que relaciono con este té. La verdad es que no había indagado mucho en él, pero solo el nombre ya hace despertar la curiosidad ¿Un oolong de Malawi? ¿Desde cuándo hacen oolong allí? pues la verdad es que no tengo ni idea, pero esa inquietud por probar sabores nuevos es algo que creo que compartimos todos los amantes del té.

"Los amantes del té compartimos esa inquietud por probar sabores nuevos"

PRIMERAS IMPRESIONES

Las hojas son grandecitas, medianamente enrolladas. Predominan los tonos chocolate con algunos acentos de color canela y crema que le dan mucha vida y luminosidad. Unos tonos, que puede que sea por sugestión propia, pero combinaban perfectamente con las tonalidades del entorno…

Después de precalentar el gaiwan puse las hojas dentro para que el calor extrajera todo su esplendor aromático, ¡y menudo esplendor! Como he dicho antes, no tengo un olfato mega-desarrollado, pero a mi me embargó un aroma a fruta deshidratada, tipo ciruelas pasas. Un olor dulce con un toque cítrico.

Como decía, la preparación fue un poco precaria, ya que tuve que calentar el agua en una cazuela grande a falta de utensilios más adecuados. Pero sí que me llevé una gran sorpresa cuando en una de las caminatas que hicimos encontré una fuente de agua fresca. Sobra decir que me faltó tiempo de rellenar una de las botellas que llevaba solo pensando en lo idóneo que sería probar un té nuevo, en un lugar nuevo, con el agua de sus manantiales. Ni hecho aposta, vamos.

JUGAR CON LAS INFUSIONES

La primera infusión arrancó unos tonos verdosos a las hojas, que solo hicieron que acentuarse a medida que avanzaron las infusiones. En cuanto a la infusión en sí, me sorprendió el tono ámbar tostado, con un aroma muy familiar… En cuanto lo probé me llevó enseguida al Dian Hong, un tipo de té negro de China, le tengo un gran cariño ya que es uno de los primeros tés a los que me aficioné cuando empecé a meterme en el mundo del té. Pero por una razón u otra hace ya mucho que no lo bebo, con lo que fue una agradable sorpresa encontrarme con notas que me recordaran a ese viejo conocido. Esas notas dulces con toques cítricos fueron evolucionando en algo más redondo y que se queda en la boca largo rato.

De esa sesión pude sacar unas 4 infusiones, pese a que volviéndolo a probar en casa con material más “adecuado” le he podido sacar alguna más. Pero la verdad es que me quedo con un excelente recuerdo de este oolong, que con ese color y ese aroma maridó perfectamente con los días nublados y frescos de inicios de primavera.

El verano de 2018 fui a Japón. Uno de los viajes que llevaba toda la vida esperando, y de entre todas las cosas que me alucinaron, el té japonés está en el top 3. Por aquel entonces ya estaba bastante metido en el mundo del té chino. Había probado algunos tés japoneses pero no sé muy bien por qué, no había llegado a conectar, pero todo esto cambió en cuanto decidí profundizar más en ellos directamente en su orígen, donde conocí a gente genial que me enseñó a apreciarlos y me descubrió la gran variedad de tés verdes (y no verdes) que tiene Japón.

"Desde entonces ahí están, siempre presentes en el armario de tés, porque nunca sabes cuándo vas a necesitar un viaje exprés a ese fantástico país."

UN TÉ MUY ESPECIAL

Escribo todo esto porque cuando Verónica me propuso ser embajador de TESUKO, le dije que sí o sí quería probar uno de estos Sencha que se traen directamente desde los campos de Shizuoka.

Lo primero que me gusta de este Sencha Shizu-7132 es el color de sus hojas, de un verde oscuro e intenso, unas hojas finas y brillantes que ya embriagan con un aroma rico y dulce característico de esta variedad Shizu-7132.

La primera infusión acentúa todavía más ese aroma, y al probarlo destaca un sabor dulce, mantequilloso, con cierta presencia de umami pero sin ser el protagonista, y como suele ser lo habitual, las dos siguientes infusiones van perdiendo ese dulzor para dar paso a notas más vegetales, a hierba mojada y algas. En definitiva, un té muy agradable con el que despertarse y pasar la mañana.

Yo, para hacer este viaje sensorial a Japón más completo, he decidido sacar unos papeles hechos a mano que compré allí para dibujar un poquito y disfrutar del momento de té, dibujo y nada más. ¡Y así, tan ricamente, se ha pasado toda la mañana!